miércoles, 14 de abril de 2010

Crónica de un suicida

“Sentía nauseas al pensar en ellos juntos,literalmente eran nauseas, tanto que en ocasiones llegaba a vomitar”, así describe su sentir Alejandro, un amigo mío que accedió a contarme su historia.

Le costaba creer que le afectase tanto estar sin ella. Al llegar a su casa encendió la radio, lastimosamente la canción no era la más adecuada para el momento, entonces, comenzó su calvario, se sentía mal, realmente triste, tenía un nudo en la garganta, la letra de esa canción era como una espada, un látigo…

Es ahí cuando el miedo se apodero de él, miedo a no saber qué hacer mañana, miedo a desanimarse tanto que no le importe mas nada; miedo a vivir, miedo a comenzar de nuevo, miedo al rechazo. Sin pensarlo dos veces comenzó a golpear la pared con el puño, “quería sacar de mi ese sentimiento tan oscuro” describe con rabia. Ahí comenzó la verdadera desesperación, el llanto, las lágrimas que no paraban, los gritos, no le importaba la gente, total, no iba a encontrarse con nadie nunca más, nunca.

Su madre siempre tenía pastillas de todo tipo, ella decía que era prudente tener una para cada cosa. Si, Alejandro se acordó de eso, fue corriendo al baño y las encontró, encontró todas, “no sé cuantas tome, no tenia ánimos de contarlas” cuenta mi amigo con una sonrisa falsa en el rostro.

El sabor amargo en su boca al masticarlas aun lo recuerda, se quedo dormido llorando, no sentía dolor, no sentía nada, luego de 46 horas se despertó en el cuarto de un hospital, su madre y amigos al borde de su cama, sintió vergüenza, miedo otra vez, ganas de verla, pero ella nunca llegó; es más, jamás se entero, estaba muy ocupada con su nuevo novio.